No digo que no sea una preocupación comprensible y hasta legítima, lo que digo es que si la puerta de entrada a los feminismos es a través de las masculinidades mal vamos. Otra vez nos estamos poniendo en el centro, incluso cuando intentamos dejar de estarlo. A donde voy con todo esto es a que creo que el trabajo más grande que tenemos por delante los señores es desarrollar la empatía. Y que el lugar desde el que desarrollarla tiene más sentido que sea desde las vivencias de ellas, ¿no? […] Si leo o escucho cómo se siente una mujer cuando siente que no puede ocupar el espacio, si logro empatizar con esa sensación tan bestia de frustración, igual lo integro y, poco a poco, voy incorporando el cambio.
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